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La gran farsa

Buscando entre la sección de geografía española encontré un libro que hablaba de Extremadura y sus gentes.
Cogí el libro con las dos manos, tenía un tamaño considerable, me fui hacía una de las mesas y me senté. Abrí aquel enorme libro, miré el índice y leí Zafra. Zafra es un pueblo que está en tierra de barros, es famoso por mercado de ganado. Me fijé en el número de la página donde hablaban de Zafra y allí que me fui. El libro era atractivo por sus numerosas fotografías y dibujos. Estuve leyendo como nació el pueblo y porqué su feria del ganado es tan conocida. Una de esas fotografías me llamó la atención por el verde de sus campos. Acerqué mi cara al libro para verlo con más detenimiento. Efectivamente, el verde de aquel campo era un verde intenso. Acerqué tanto la cara que la punta de mi nariz dio contra la foto y por arte de magia, ¡flash!, me introduje en la foto.

Inexplicablemente estaba allí, en ese campo tan inmensamente verde. Los olivos se perdían en el horizonte, ese era el único paisaje en muchos kilómetros a la redonda. Unos muros separaban unas fincas con otras, justamente estaba al lado de uno de ellos, me encaramé a lo alto del muro y intenté divisar algo o a alguien que me pudiera sacar de allí. Detrás de uno de los numerosos olivos que pintaban el paisaje se escondían agazapados tres muchachos y un galgo. ¡Pum! Sonó un tremendo disparo que resonó en todo el campo. Miro hacía el cielo y veo caer una perdiz. Corro hacía ellos para averiguar en donde me he metido.

-¡Hola chavales!, estoy algo desorientado, ¿donde estamos exactamente?.
- ¿Pues dónde vamos a estar?, en mitad del campo. Me respondió el mayor de ellos extrañado. El chico llevaba una escopeta con un extraño aparato adosado al arma.
- ¿Qué es eso que qué lleva incorporado a la escopeta?. Le pregunté extrañado.
- Es un silenciador, pero de nada nos servirá si nos liamos a hablar ahora mismo. Contestó el mayor de lo tres chavales. Era moreno de cejas gruesas y orejas de soplillo, su piel morena delataba la vida de campo que llevaba.
- ¡Lolo que va a disparar, prepárate!. Le avisó uno de los chavales.


¡PAÑAUM! ¡PAÑAUM!

Cayeron dos perdices más del cielo. Ya lo entendí todo. Ese chaval, Lolo, era el que realmente alcanzaba con su escopeta las perdices, pero lo hacía de escondidas, de ahí a que disparase con silenciador.

-¡Uf!, estuvo cerca. Farfulló el más canijo de ellos.

Miré hacía lo lejos y vi a un grupo de gente en lo alto de una colina. Tenían aparcados sus jeeps al lado, los cazadores rodeaban y jaleaban a un tipo alto que no alcanzaba a ver bien desde nuestro escondrijo.

- ¿Quién es el tipo ese al que tanto jalean?. Pregunté.
- Es el Bush ese, el que fue presidente cuando la guerra del golfo. Respondió Lolo sin darle mucha importancia. Hablaba de un ex-presidente de los Estados Unidos como si los viera todos los días.
- ¿Pero, a qué viene toda esta farsa entonces?.


Lolo sonrió viendo que mi ingenuidad no tenía límites - está claro que toda esta farsa es para sacarle toda la pasta que podamos al yanqui. El tipo ese lleva ya tres veranos viniendo aquí, suelta bastante dinero a los vecinos del lugar, sobre todo a mi padre que es el que le enseña los mejores sitios donde poder cazar. Luego, sabiendo de la mala puntería del presidente, se le ocurrió a mi padre que matáramos las perdices a la misma vez que disparaba a una presa. Es así de triste pero mientras más piezas cree que ha abatido más pasta afloja a mi padre y a todos los demás.

- Aaah...¿pero no os da un poco de palo ir buscándole el dinero al tío ese?.
- Pues sí, yo ya estoy hasta los mismísimos de todo este montaje, pero la necesidad obliga, sigo viviendo en casa de mi padre y mientras siga viviendo allí tendré que acatar sus ordenes- Lolo soltó la escopeta , dejándola apoyada al olivo, y empezó a rascarse la cabeza pensando seguramente si realmente valía la pena toda aquella farsa por un puñado de dolares.


Los perros rastreadores empezaron a buscar las presas abatidas por Lolo. La fina niebla que flotaba en el aire se iba levantando a la vez que se iba levantando la mañana.

¡PAÑAUM!

Un disparo fue a incrustarse al olivo que nos resguardaba. Nos agazapamos más al suelo hasta quedar completamente tendidos, hasta el pobre galgo agazapó bajando las orejillas con cara de asustado. En lo alto de la colina los gritos espetaron a la vez.

- ¡Qué hace hombre de dios!, ¿a qué le ha disparado?. Preguntó el padre de Lolo a Mr Bush.
- Estoou...yo creer ver un cervatillou ou algo así entrue los olivos.


La madre de Lolo que también estaba en lo alto de la colina empezó a recriminarle a su marido que aquello debía acabar o al final ocurriría una desgracia. Mientras la confusión reinaba en lo alto de la colina el joven galgo de Lolo echó a correr por el campo, había visto una liebre correr entre los matojos a escasos metros de donde nos encontrábamos.

¡PAÑAUM!, ¡PAÑAUM!, ¡PAÑAUM!

Bush se percató al ver el galgo correr que correteaba por allí una liebre y sin pensárselo dos veces disparó tres disparos intentando alcanzar la presa. El galgo notó como un perdigón le alcanzó rozando por lo alto del lomo y gimió un aullido de dolor. Lolo echó a correr hacía su galgo levantando las manos gritando y maldiciendo a todos los Estados unidos juntos. El padre de Lolo le arrebató la escopeta a Bush. El presidente se quedó pasmado con la boca abierta viendo la mirada de pocos amigos de su guía. Lolo se quedó de pie junto a su galgo mirando al suelo una vez más. La decisión estaba tomada, no volvería a participar más en esa farsa.



El canijo me zarandeó del hombro con cara de alegría, la farsa se había acabado, el padre de Lolo se dio cuenta del error....

Noté como me zarandeaba una mano en el hombro, era la bibliotecaria. Me dijo que bajara a la cafetería a ver si me despejaba un poco. Bajé a la cafetería más al lado para tomarme algo que me despejara. Mientras me tomaba un café bien cargado veo por la tele a Bush Jr hablando sobre los motivos por los que se debería atacar Irak sino dejaban acceder a sus inspectores a todas sus instalaciones. Fue entonces cuando lo vi claro, mayor farsa que la de los americanos no podía haber. Lo peor de todo es que nunca un presidente de los Estados Unidos destapará una farsa de tales magnitudes.

pd: Este relato lo escribí hace ya un tiempo, cuando se le metió en la cabeza a Bush jr, (Bushito para los amigos) de que existían indicios de que Irak tenía armas de destrucción masiva. El relato es simplemente para probar el blog.

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