Estos días lluviosos los he pasado atrapado en una barca. Esa es la conclusión a la que he llegado, he estado viviendo todos estos días en una vieja barca estancada en la arena. Me di cuenta de ello cuando revisando algunas grabaciones de mi videocámara, vi una toma que se me había pasado por alto hasta entonces. La imagen era la de un montón de barcas amarradas en el puerto de
Castro Urdiales (Cantabria), bonito donde los haya, pero las barcas estaban rodeadas de fango, atrapadas por culpa de la marea baja. Fue entonces, viendo esas barcas atrapadas como me di cuenta que yo me hallaba en una de ellas, por mucho que quisiera salir de aquel atolladero sería inútil, simplemente tenía que esperar a que volviera a subir la marea, esperar a que el agua volviese llevarme hacía nuevos horizontes. Parábolas aparte, me estoy refiriendo a las ganas de escribir aquí, aquí o en cualquier lado, simplemente no me apetecía. Aquellas preguntas que se hacen gente como
Hernán Casciari a menudo, me rondaron por la cabeza, ¿porqué escribo en un blog?, ¿escribo para mi?, ¿escribo para otros?, ¿escribo para mi y para los demás?. ¿Sirve para algo escribir en un blog?. Harto de tantas cavilaciones preferí no pensar más en ello y me dediqué a hacer lo que me pidiera el cuerpo. Hasta el día de hoy que me han vuelto las ganas por contarme algo por aquí, sin saber exactamente porque lo cuento, tiene melones la cosa.
Los días que he pasado en mi barca imaginaria los he pasado leyendo, escuchando música, saliendo por ahí, bostezando, desesperezándome, perdiendo kilos en tiempo record por falta de provisiones...estuve revisando los videos de la videocámara como dije antes ya que tenía que preparar la susodicha para filmar el día de la primer comunión de mi hermana. Fue este pasado domingo, fue toda una locura, casi treinta invitados atravesaron España de una punta a otra para asistir a otro fiestorro de estos donde corre el vino, el cava, los cubatas y lo que haga falta, oiga. La escena del domingo por la mañana de todos mis familiares subiendo la calle Gatassa para llegar a la iglesia fue todo un espectáculo, dando el cante con ese buen humor que caracteriza a los extremeños. Allí estaba yo, trajeado de cabo a rabo, móvil en mano para estar en contacto con el jefe del evento. El traje imponía tanto que hasta llegué a oír comentar a unas señoras chismes como este:
- Ese tiene pinta de guardaespaldas, ¿no ves que no suelta el teléfono en todo momento y está guiando a toda esta gente?.
- ¿Te imaginas que fuera un guardaespaldas del Príncipe y la Leti?, podría ser, como ahora hacen tantas salidas de incógnito...
- Ya podría ser ya, pues tiene su gracia, si se parece a uno de los de Estopa, y el que va a su lado más y todo, seguro que es otro guardaespaldas. Los Estopa son los guardaespaldas de la familia real, jajaja...
- Señoras, dejen de darle al bisté que las estoy oyendo desde aquí, que no se cortan un pelo joder..
- Jajajajaja..Las cabronas se descojonaban de lo lindo, si es que ya no respetan a nadie, coño. Marujas aparte, estos días me he dado cuenta de que hay gente m-a-r-a-v-i-ll-o-s-a, como diría el papuchi. Gente buena, muy buena, tan buena que sientes apuro por no saber como corresponderles. El caso es que son esos pequeños detalles los que agradezco de corazón, aunque a veces no sepa como demostrarlo. El resto de días los he pasado descansando, descansando del blog, de los desfases, de la actualidad... por descansar he descansado hasta de mi.
Hoy sin hacerme demasiadas preguntas sobre porqué escribo o puedo dejar de escribir, resumo mi actual estado blogueril cambiando ligera y genéricamente el título del segundo disco de
Supergrass (súper recomendables). In it for the Money (Estamos en ello por el dinero) lo titularon en un arranque de sinceridad. En mi caso dejo de lado lo del dinero para decir simplemente,
In it, (estamos en ello).
Pues eso.